«La Sabia Naturaleza ha colocado en el mundo las medicinas necesarias para la curación de las enfermedades toca al hombre á cuyo alcance, se encuentran aquellas apreciarlas, escojerlas i aplicarlas».
J.M. Trucios, 1897
La curación de las enfermedades por medio de raíces, flores, hojas y cortezas vegetales es una práctica que suele vincularse a métodos de curación alternativos, cuya raigambre es popular y generalmente asociada a la sabiduría de nuestros pueblos originarios. Aunque las «agüitas» gozan de gran aceptación en Chile, sobre todo después de un abundante banquete, el empleo de cataplasmas, ungüentos, emplastos, cocimientos y filtros herbales suele atribuirse más a costumbres supersticiosas que a genuinas formas de sanación.
El actual predominio alopático nos hace olvidar que, desde tiempos remotos, los seres humanos han intentado curar sus dolencias con los elementos naturales disponibles en su entorno próximo, y que las plantas medicinales fueron cruciales en la medicina colonial chilena. En ella se fundió el conocimiento ancestral aborigen, con el aporte de los conquistadores españoles, quienes trajeron consigo hierbas sanadoras de origen extranjero.
Estos elementos constituyeron gran parte del acervo farmacéutico de Chile tradicional, que fue prescrito tanto por médicos y cirujanos, como por curanderos populares, boticarios y yerbateros; roles que se confundían fácilmente en tiempos anteriores al desarrollo de la microbiología, y que eran socialmente valorados en función de la recurrente amenaza de las pestes y de los malestares físicos habituales de la población.
El primer gran espaldarazo científico para las virtudes medicinales de las plantas chilenas fue suministrado por los grandes naturalistas Claudio Gay (1800-1873) y Rodulfo Amando Philippi (1808-1904), quienes consignaron en sus obras muchas de las propiedades terapéuticas asociadas a nuestra flora endémica. Posteriormente, médicos como Adolfo Murillo y farmacéuticos como Ángel Vázquez Galdames se interesaron por sistematizar estos conocimientos tradicionales, generando estudios científicos sobre el herbolario nacional.
La acción benéfica de las plantas medicinales chilenas ha sido probada en muchos casos, pero debe recurrirse a ellas con cuidado, pues su mal uso y el desconocimiento de sus propiedades pueden dañar gravemente al organismo humano.
Mi abuela siempre me decía que las yerbas medicinales son una muy buena compañía, para tratar males y dolencias, siempre y cuando se conozca sus propiedades y se respalde su procedencia.
https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-100724.html